Entrevista a Stefano Benni

El escritor italiano Stefano Benni (Bolonia, 1947) vino esta semana a Barcelona para presentar la version catalana de su novela Elianto (Editorial Moll, traducción de Ana Torcal y Salvador Company).

Ziddicca aprovechó la ocasión para entrevistarle.

-Si tuviera que describir en pocas palabras qué es lo que hace a quienes no lo conocieran ¿Qué diria?

-Cuento lo que me gusta y lo que no me gusta del mundo.

-Usted lleva más de treinta años escribiendo. ¿Cuál considera que ha sido el mayor cambio en su manera de hacerlo en todo este tiempo?

La responsabilidad que siento hacia el contar. Si antes me sentía más tranquilo y tardaba un día en escribir una página ahora, que tengo más lectores y más gente que me escucha, tardo unas diez.

-Por lo que se refiere al estilo ¿Qué es lo que ha cambiado?

-Si la escritura es una orquesta quizás hoy puedo tocar algún instrumento más.

-¿Se siente libre de expresarse hoy por hoy en Italia?

-Sí, tengo que luchar mucho pero hay espacios de libertad. He aprendido que se tienen que hacer algunas cosas y renunciar a otras.

-¿Por ejemplo?

-Rechazar cierto tipo de corrupción que continuamente hace la industria mediática. Es obvio que si aceptara trabajar para la editorial Mondadori (de una de las hijas de Berlusconi) o ir a la tele sería menos libre pero gracias a Dios existen espacios en los que uno aún puede sentirse libre.

-¿Así que tiene esperanzas sobre el futuro de Italia?

-No inmediatas pero sí. Siempre digo que yo no sé si veré una Italia mejor pero creo que mi hijo sí la verá, y tu también.

-¿Y esta esperanza se basa en algo concreto?

-Sí, porque si uno mira bien ve que Italia no es lo que se ve en la tele sino una realidad mucho más compleja.

-Y la que vemos en la tele?

-Es lo peor.

-Y es una parte grande o pequeña?

-Es una parte, igual ni siquiera la mayoría.

-¿No?

-Es el poder que se auto describe pero Italia está repleto de gente que de alguna forma piensa de una manera diferente. Yo la encuentro todos los días y trabajo cotidianamente con ella.

-Cuando era niño y se imaginaba de mayor ¿En qué le hubiera gustado convertirse?

-En futbolista, de ninguna forma en escritor.

-¿En serio?

-Sí, porque me habia preguntado cual seria el trabajo que podria darme autonomia con catorce, quince años. Incluso jugué una temporada, luego me rompí una rodilla, que entonces era un grave accidente grave, y lo dejé. Luego cuando tenia 18 años me di cuenta de que me gustaba leer y escribir.

-¿Usted cree que en la vida para realizar los sueños de uno basta con tener talento y tenacidad o se necesita también algo de suerte?

-Creo que también hay que tener suerte.

-¿Cuál fue la suya?

-La de empezar a trabajar en una época en la que las editoriales aún no estaban dominadas por la tele. Se reconocía el talento, bastaba con que una o dos personas en una editorial lo vieran y no tenías a cien personajes televisivos que pasaban delante tuyo. Se publicaban menos libros y las editoriales eran diferentes, en el sentido de que buscaban escritores y no famosos que escribían libros. Si ahora un joven escritor quiere publicar se encuentra delante suyo por lo menos a veinte subnormales de la tele que escriben.

También tuve la suerte de encontrar a gente del  mundo editorial que creyera en mí desde un primer momento.

-¿En qué proyectos está trabajando ahora?

-En dos de teatro. Uno es una serie de monologos para seis actrices que haremos en el Archivolto de Génova con la idea de que en cada actuación se hagan monólogos distintos.

El otro es un trabajo con actores y  músicos sobre el miedo y es una especie de homenaje a  Edgar Allan Poe, un escritor que siempre me ha gustado muchísimo. Creo que estará listo para el próximo otoño.

-¿Conoce bien Barcelona?

-No, habia venido una vez hace 15 años. Ahora he encontrado un buen editor y dos traductores extraordinarios y he venido con placer. Esta también es una suerte y merece la pena no desperdiciarla.