LAS FLORES DE BADIA

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«Aqui perdí yo la verguenza», dice Arantxa, 15 años, estudiante de un IES de Badia del Vallès, ciudad dormitorio, hecha construir por Franco, a media hora de Barcelona. «Yo aprendí a respetar los turnos de palabras», dice un compañero, «Yo que aquí me puedo expresar como quiera -y me desestreso mucho», añade otro.

Son éstas las opiniones de algunos de los 26 jóvenes de entre 12 y 16 años a los que, cada lunes, Gus y Ali -de la compañía barcelonesa Impacta Teatre– dan talleres de teatro social y del oprimido .

En horario escolar, mientras sus compañeros están sentados en clase, éstos, reunidos en tres grupos (dos IES y un casal de jóvenes del ayuntamiento) hacen juegos teatrales y crean, junto con los dinamizadores, piezas que tratan conflictos que están viviendo, como el bullying o los relacionados al género. La razón de un trato tan especial es que así está considerado por su entorno cada uno de ellos. Algunos tienen trastornos varios y problemas de hiperactividad. Muchos tienen situaciones familiares que decirles complicadas sería un eufemismo, unos cuantos se medican a diario y todos merecieron estar en el taller durante dos horas semanales por falta de autoestima y de capacidad de concentración.»Al principio era imposible hacerles poner de pie», recuerda Ali.

En uno de los tres grupos, además de una pieza sobre género y violencia directa, se prevé hacer, para fin de curso, un foro abierto al público, donde se intentará encontrar colectivamente y en la acción -en escena- posibles soluciones al conflicto. Es ésta una de las herramientas del Teatro del Oprimido que Impacta -como otros 5 grupos en Catalunya- practican desde hace años. (Para más info http://www.theatreoftheoppressed.org)

Ayer estuvimos con ellos (junto con nuestro compañero Massimiliano) asistiendo a los tres talleres de Gus y Ali a los respectivos y heterogéneos grupos de chicos y chicas que llevan (dos de ellos – en uno de los institutos y en el casal- desde hace 3 años, y el tercero en el otro instituto) desde el principio de este curso.

«Nos han enseñado que cuando venimos aquí tenemos que dejar nuestra vita afuera y dejar que entre sólo nuestro payaso», dice Cris, 15 años, protagonista de la pieza sobre género y sexualidad que los jóvenes del casal de Badia -que tras dos años de talleres en el instituto han decidido para éste pedir un espacio al ayuntamiento para poder seguir haciendo teatro con Gus y Ali- estrenarán este jueves 14 en el prestigioso Teatre Lliure de Barcelona como invitados dentro de una muestra anual de institutos de la ciudad condal.
«El teatro es como la vida real, pero comprimida», explica Mireia, 15 años, desde hace tres  en el grupo del casal. «Además nos ayuda a ver que hay diferentes formas de solucionar los problemas y, cuando salimos a la calle, ahora somos más conscientes de ello».

Pocos minutos antes, cuando desde los vidrios de la sala llegaban rumores, golpes repetidos en las persianas, sus nombres gritados por compañeros desde el exterior, Mireia y los demás han ido seguidos hasta el final de Su, conmovedora y liberada, historia.

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«Pollo completo» -éste es el nombre del grupo del Casal- durante su estreno en el Teatre Lliure